Hechos sobre: Passerina cyanea
El escribano indigo es un encantador pajarito que pertenece a la familia de los cardenales, Cardinalidae. Estas aves son conocidas por sus hábitos migratorios, viajando entre el sur de Canadá y el norte de Florida para reproducirse, y pasando sus inviernos desde el sur de Florida hasta el norte de América del Sur. Notablemente, navegan usando las estrellas durante sus largos viajes.
Los escribanos indigo prosperan en varios hábitats, incluyendo tierras de cultivo, áreas arbustivas y bosques abiertos. Durante la temporada de reproducción, los machos de escribano indigo son difíciles de pasar por alto debido a sus llamativas plumas azules, una característica que les ayuda a atraer pareja. En contraste, las hembras son marrones durante todo el año, mezclándose con su entorno. Cuando se trata de construir nidos e incubar huevos, la hembra asume estas responsabilidades sola. Su dieta cambia con las estaciones: se alimentan de insectos en el verano y cambian a semillas en el invierno.
Desde un punto de vista científico, el escribano indigo pertenece al género Passerina dentro de la familia Cardinalidae. La especie fue descrita por primera vez por Linneo como Tanagra cyanea. Comparten lazos estrechos con el escribano lazulí e incluso se cruzan donde sus hábitats se superponen. A menudo se pueden ver estas aves en los bordes de bosques arbustivos, bosques deciduos y tierras de cultivo a lo largo de las Américas.
La comunicación entre los escribanos indigo es bastante fascinante. Usan una variedad de llamadas y señales visuales para diferentes situaciones, como advertir a otros del peligro o marcar su territorio. Practican la monogamia durante la temporada de reproducción, con la hembra construyendo el nido y la pareja criando múltiples camadas cada año. Su dieta incluye insectos, semillas y bayas, siendo las semillas de hierba un alimento básico durante los meses de invierno.
El escribano indigo está actualmente clasificado como de "Preocupación Menor" por la UICN, con una población global de alrededor de 28 millones. Afortunadamente, sus números han permanecido estables, por lo que no hay una necesidad inmediata de esfuerzos de conservación intensificados.