Hechos sobre: Canis lupus signatus
El lobo ibérico, también conocido como lobo español, es una fascinante subespecie del lobo gris que habita el noroeste de la Península Ibérica, específicamente en el norte de Portugal y el noroeste de España. Con una población estimada de 2,200 a 2,700 individuos, esta subespecie cuenta con la mayor población de lobos en Europa Occidental. Curiosamente, a pesar de ser la única subespecie en Europa Occidental donde la caza es legal, España emite muy pocos permisos de caza cada año.
Conocido científicamente como *Canis lupus signatus*, el lobo ibérico se distingue de otros lobos europeos por diferencias en la forma del cráneo, el ADN mitocondrial y los microsatélites. Es genéticamente diferente del lobo italiano y posee algunos de los marcadores genéticos más exclusivos de Europa. Visualmente, se reconoce por su constitución más esbelta, marcas blancas en los labios superiores, marcas oscuras en la cola y patrones únicos en las patas delanteras.
Estos lobos típicamente viven en pequeñas manadas y tienen una dieta variada, alimentándose de jabalíes, conejos, ciervos, íbices, pequeños carnívoros e incluso peces. Juegan un papel crucial en su ecosistema al controlar las poblaciones de jabalíes, lo que indirectamente ayuda a especies en peligro como el urogallo.
A lo largo del tiempo, la distribución y el estado del lobo ibérico han fluctuado. Al igual que muchas poblaciones de lobos en Europa, enfrentaron severos declives debido a la persecución humana, pero comenzaron a recuperarse naturalmente en la década de 1960. Hoy en día, se estima que su número supera los 2,000, con grupos genéticos distintos identificados tanto en Portugal como en España. Sin embargo, su conservación sigue siendo desafiante debido a la destrucción del hábitat, la persecución humana y la caza ilegal.
Un incidente notable en 2009 puso al lobo ibérico en el centro de atención. Una fotografía que capturaba a un lobo ibérico saltando sobre un corral en Ávila ganó un prestigioso premio, pero luego fue descalificada. Resultó que el lobo estaba domesticado y podía ser alquilado de un centro de fauna salvaje. Esta controversia subrayó las complejidades de la conservación y las interacciones entre humanos y vida silvestre en la región.