Hechos sobre: Thaumetopoea pityocampa
La procesionaria del pino es una plaga ampliamente conocida que causa daños significativos en los pinos y cedros de Asia Central, el norte de África y el sur de Europa. Estas polillas son particularmente notorias debido a que sus orugas tienen diminutos pelos urticantes que pueden provocar reacciones severas en humanos y otros animales. Uno de los aspectos más fascinantes de esta especie es su comportamiento: las orugas se desplazan en largas filas, una tras otra, y construyen grandes nidos en forma de tienda en los pinos para sobrevivir el invierno.
A continuación, se presenta un resumen de su ciclo de vida: las polillas adultas depositan sus huevos en los pinos. Al eclosionar, las larvas comienzan a consumir las agujas de pino. Estas orugas pasan por cinco estadios larvales y, durante los meses más fríos, se refugian en nidos de seda. Al llegar la primavera, abandonan estos nidos en procesión, se entierran en el suelo para pupar y, finalmente, emergen como polillas adultas.
La etapa de pupa se desarrolla en un capullo blanco y sedoso enterrado en el suelo. Las polillas adultas presentan alas anteriores de color marrón claro con marcas marrones y alas posteriores blancas. Las hembras son más grandes que los machos y, curiosamente, los adultos solo viven un día. Durante esta corta vida, se aparean y ponen huevos, siendo la especie típicamente activa entre mayo y julio.
Las procesionarias del pino son altamente sociales y construyen refugios a lo largo de su vida. Sus orugas son las responsables de la defoliación de los árboles, atacando principalmente a los pinos, aunque también pueden afectar a los alerces. Forrajean durante el invierno y han desarrollado mecanismos de regulación de su temperatura corporal para soportar el frío.
Estas orugas marcan sus caminos con feromonas y seda, siguiendo unas a otras en procesión para realizar diversas tareas. Además, cuentan con mecanismos de defensa: sus pelos urticantes pueden causar erupciones y reacciones alérgicas en los humanos. La naturaleza contribuye a controlar su población mediante depredadores, parásitos y virus que afectan diferentes etapas de su ciclo de vida.
Para controlar estas plagas, se emplean varios métodos. Entre las opciones biológicas se encuentra el uso de Bacillus thuringiensis y, entre los insecticidas, el diflubenzurón es común. Las técnicas de monitoreo, incluidas las trampas de feromonas, ayudan a rastrear su presencia, mientras que los métodos tradicionales involucran el uso de insecticidas, aceite o la remoción manual de los nidos.