Statue of Jacob Leisler, New Rochelle

El monumento a Jacob Leisler es una escultura de bronce creada por el artista estadounidense Solon Borglum y situada en la ciudad de New Rochelle, en el condado de Westchester, Nueva York. El monumento fue erigido por el Capítulo Hugonote de las Hijas de la Revolución Americana y la Asociación Hugonote de New Rochelle a la memoria de Jacob Leisler, defensor de los colonos hugonotes en el siglo XVII y del que se dice que fue el primer jefe ejecutivo de la provincia de Nueva York que obtuvo su poder directamente del pueblo. La inauguración de la estatua, el 24 de junio de 1913, fue el acto principal de la celebración del 250 aniversario de la fundación de New Rochelle. El monumento, fundido por la Roman Bronze Works, es la única estatua existente de Leisler.

Jacob Leisler nació en Alemania y llegó a Norteamérica en 1660 como soldado al servicio de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. Se instaló en Nueva Ámsterdam, dejó la compañía y prosperó en el comercio de tabaco y pieles, convirtiéndose en un rico comerciante y siendo nombrado para varios cargos públicos en la ciudad, como juez de paz y juez. A partir de 1689, tras la revolución inglesa de 1688 y la llegada de los gobernantes protestantes Guillermo III y María II, lideró una insurrección bautizada como la Rebelión de Leisler, con el apoyo popular del pueblo llano, y acabó arrebatando el control de la ciudad y la colonia a los funcionarios jacobitas nombrados anteriormente bajo el depuesto rey Jaime. Se nombró a sí mismo vicegobernador en funciones de la provincia hasta que el gobernador nombrado por Guillermo y María llegó finalmente a Nueva York en marzo de 1691. Durante este periodo, había comprado tierras de Pelham Manor, reservando una parte para ayudar a crear el asentamiento hugonote de New Rochelle en 1689. Se negó a entregar el poder a un vicegobernador recién nombrado en 1690.

En 1691, Leisler fue arrestado y juzgado por sus enemigos personales y políticos bajo la acusación de delito y traición a Guillermo III y María II, por negarse a ceder el poder a su vicegobernador designado antes de que llegara el gobernador titular varios meses después. Tanto él como su yerno fueron ejecutados. Muchos pensaron que el juicio era injusto. Cuatro años más tarde, el Parlamento revocó la condena, limpiando el nombre de Leisler y devolviendo su patrimonio a sus herederos. Exoneraron al difunto amigo de los hugonotes.