Saint Joseph the Worker Catholic Church, Dubuque

La iglesia católica de San José Obrero es una parroquia católica situada en Dubuque, Iowa. Forma parte de la archidiócesis de Dubuque. La parroquia se convirtió en la décima parroquia católica de Dubuque cuando fue creada en 1949 por el arzobispo Rohlman. El actual párroco de la parroquia es el padre Jim Goerend.

Antes de la construcción de la primera iglesia, las oficinas de la parroquia se encontraban en el Hospital Mercy. Las misas de fin de semana se celebraban en la Washington Junior High School. Eventualmente se construyó una iglesia parroquial en la ubicación actual en 90 S. Algona, Dubuque.

A finales de la década de 1960 se construyó una nueva iglesia parroquial. Este nuevo edificio se aleja de los edificios tradicionales del pasado. La iglesia era una estructura circular en la que los fieles se sentaban en semicírculo alrededor del altar. La iglesia destaca por sus vidrieras.

Originalmente, la parroquia se llamaba Saint Joseph's Church. Había otra parroquia de San José a unas tres millas de distancia, en Key West, Iowa. A veces, una de las dos parroquias recibía el correo destinado a la otra. Para distinguir las dos parroquias, el nombre se cambió a parroquia de San José Obrero en la década de 1990. La parroquia es una de las más grandes de Dubuque, principalmente por su ubicación cerca del extremo oeste de la ciudad.

La iglesia fue objeto de vandalismo y daños provocados por un incendio en 2003. Se encontraron pintadas antirreligiosas en las paredes, así como varias latas de cerveza. Se descubrió que había un incendio en el altar principal. La iglesia sufrió daños por valor de unos 100.000 dólares. Al día siguiente, el párroco retiró la Eucaristía del edificio. A continuación, el edificio fue limpiado y reparado por una empresa especializada en la reparación y limpieza de edificios dañados por el fuego. Una iglesia metodista cercana, que se había trasladado a unas nuevas instalaciones, donó su antiguo edificio mientras se realizaban la limpieza y las reparaciones. Un joven cuya familia pertenecía a la parroquia acabó confesando el crimen, que había cometido después de una noche de borrachera y consumo de drogas.