Hechos sobre: Patagioenas leucocephala
La paloma coroniblanca es un miembro notable de la familia de las palomas y tórtolas, Columbidae. Se puede avistar principalmente en las Bahamas, Cuba, Jamaica y Antigua. Ha captado la atención de los naturalistas durante siglos, siendo documentada por John Ray, Hans Sloane y Mark Catesby en el siglo XVIII. Fue Carl Linnaeus quien clasificó por primera vez a esta ave como Columba leucocephala en su décima edición del Systema Naturae. Posteriormente, Ludwig Reichenbach la ubicó en el género Patagioenas. Es interesante notar que esta especie es monotípica, lo que significa que no tiene subespecies reconocidas.
En cuanto a su apariencia, la paloma coroniblanca es bastante distintiva. Mide entre 29 y 35 cm de longitud, tiene una envergadura que varía de 48 a 59 cm y pesa entre 150 y 301 gramos. Su plumaje es de un gris pizarra elegante a casi negro, con un parche de collar iridiscente que brilla hermosamente bajo la luz adecuada. Si alguna vez escuchas un fuerte y profundo "coo-cura-coo" o "coo-croo", ¡podrías estar en presencia de una!
Estas palomas residen principalmente en bosques de manglares costeros, donde se reproducen y encuentran sus alimentos favoritos: frutas y semillas. Lamentablemente, sus hábitats están bajo amenaza debido a la deforestación, y la caza representa un riesgo significativo para su población. También son propensas a colisiones con estructuras hechas por el hombre y sufren por la exposición a pesticidas.
La paloma coroniblanca enfrenta serios desafíos en la actualidad. Su estado de conservación está en riesgo debido a la pérdida continua de hábitat y la caza. No obstante, hay esfuerzos en marcha para proteger a estas hermosas aves y sus entornos naturales, con el objetivo de asegurar que continúen prosperando en la naturaleza.