Hechos sobre: Cercopithecus diana
El mono Diana es un miembro fascinante de la familia de los Cercopitecoideos, pertenecientes a los monos del Viejo Mundo. Con 148 especies en este grupo, el mono Diana se destaca por sus características y comportamientos únicos. Lamentablemente, su población está en peligro debido a la destrucción de su hábitat y la caza para el consumo de carne de monte.
Estos monos habitan habitualmente en bosques primarios y miden entre 40 y 55 cm de longitud, con un peso aproximado de 4 a 7 kg. Una de sus características más llamativas es su pelaje, mayoritariamente negro o gris oscuro, adornado con marcas blancas distintivas, que incluyen una banda en forma de media luna en la frente, la garganta, el cuello y la barba. Estas marcas blancas recuerdan a la luna creciente, por lo que llevan el nombre de la diosa romana Diana.
Los monos Diana son diurnos, lo que significa que están activos durante el día. Su dieta incluye una variedad de frutas, insectos, hojas e invertebrados. A pesar de su agilidad y estado de alerta, son presas de varios depredadores.
La comunicación es esencial para los monos Diana, quienes utilizan tanto señales visuales como vocalizaciones para transmitir mensajes. Curiosamente, las hembras emiten llamadas específicas para advertir al grupo sobre diferentes tipos de depredadores.
Viven en grupos sociales liderados generalmente por un solo macho dominante, acompañado por hembras reproductoras y sus crías. El período de gestación de un mono Diana es de aproximadamente 5 meses, y las madres amamantan a sus crías durante unos 6 meses. Normalmente, solo nace un bebé a la vez, y los juveniles alcanzan la madurez sexual alrededor de los 3 años.
Aunque los monos Diana pueden portar enfermedades como la fiebre amarilla y la tuberculosis, no son vectores principales de estas enfermedades. A pesar de ello, su interacción con los humanos ha resaltado la importancia de comprender y proteger a estas fascinantes criaturas.