Hechos sobre: Feria de la Alasita
La Feria de Alasitas es un evento cultural anual destacado en La Paz, Bolivia, que comienza el 24 de enero de cada año. Este vibrante evento es un tributo a Ekeko, el dios aymara de la abundancia, y es famoso por el intercambio de artículos en miniatura. Sus raíces se remontan a tiempos precolombinos, cuando el pueblo aymara rezaba por buenas cosechas y comerciaba bienes esenciales. Con el paso de los siglos, la feria ha evolucionado, fusionando elementos del catolicismo y el consumismo occidental. Curiosamente, "Alasitas" se traduce como "cómprame" en el idioma aymara.
Arthur Posnansky, un historiador notable, señaló que en la antigua cultura Tiwanaku, las personas honraban a sus deidades alrededor del 22 de diciembre ofreciendo miniaturas de las cosas que deseaban. Esta práctica de crear miniaturas probablemente se remonta a estas tradiciones precolombinas. La Feria de Alasitas en La Paz tiene raíces urbanas que se remontan a los primeros días de la ciudad, especialmente cuando la feria fue trasladada de Laja a La Paz. La celebración se restableció el 24 de enero durante el sitio de La Paz en 1781 como un gesto de gratitud a Nuestra Señora de La Paz, con transacciones que originalmente se realizaban utilizando monedas de piedra.
Hoy en día, el Festival de Alasitas se extiende por toda La Paz, atrayendo a personas de varios barrios e incluso de otras ciudades bolivianas. Los asistentes compran versiones en miniatura de artículos que esperan adquirir en la vida real, creyendo que regalar estas miniaturas trae buena suerte y podría conducir a recibir el artículo real dentro del año. El festival también incluye una bendición especial de los regalos en la catedral principal de La Paz. En última instancia, el evento simboliza la abundancia y la prosperidad.
En 2011, Alasitas fue nominada para el reconocimiento de Patrimonio Mundial de la UNESCO, destacando su importancia como parte del patrimonio cultural e inmaterial de Bolivia. Para 2016, la Fiesta de Alasita y la tradición de las miniaturas del Altiplano de Puno en Perú fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Nación, reconociendo el uso ritual de estas miniaturas como una parte esencial del Patrimonio Cultural Inmaterial de Perú.