Hechos sobre: Zalophus wollebaeki
El lobo marino de Galápagos, que habita en las Islas Galápagos y en la Isla de la Plata, es un mamífero marino fascinante y juguetón. Estos lobos marinos son conocidos por su comportamiento social, frecuentemente observados tomando el sol en las orillas o jugueteando en el agua. Son los más pequeños de todas las especies de lobos marinos y fueron descritos por primera vez en 1953. Pertenecen a la familia Otariidae y al género Zalophus.
Físicamente, los lobos marinos de Galápagos son ligeramente más pequeños que sus parientes californianos, midiendo entre 1.5 y 2.5 metros de longitud. Los machos son más grandes que las hembras y tienen características distintivas como cuellos más gruesos y cuerpos más robustos. Tanto los machos como las hembras tienen narices con bigotes, hocicos largos y notables orejas externas. Son increíblemente ágiles en el agua, capaces de controlar sus aletas de manera independiente para realizar movimientos rápidos.
Su dieta consiste principalmente en sardinas, y a menudo recorren largas distancias para cazar. Sin embargo, enfrentan peligros de depredadores como tiburones y orcas. Su población también puede disminuir durante los eventos de El Niño debido a cambios en la disponibilidad de alimentos. Socialmente, los lobos marinos de Galápagos son criaturas complejas. Los machos dominantes defienden territorios y forman harenes, mientras que la reproducción ocurre de mayo a enero. Las crías dependen de sus madres durante todo el año, quienes les brindan un cuidado extenso, enseñándoles habilidades esenciales de natación y caza. El vínculo entre madre y cría es vital para la supervivencia de las crías.
Desafortunadamente, los lobos marinos de Galápagos enfrentan varias amenazas causadas por actividades humanas, incluyendo la perturbación del hábitat, el enredo en redes de pesca y la exposición a contaminantes. Se están realizando esfuerzos de conservación para protegerlos, ya que las islas son parte de un parque nacional ecuatoriano con reglas estrictas para prevenir la perturbación de la vida silvestre. Sin embargo, persisten desafíos debido al crecimiento de la población humana y sus impactos indirectos en los lobos marinos.