Hechos sobre: Piedra de Rosetta
La Piedra de Rosetta es un artefacto antiguo de suma importancia que permitió desentrañar los secretos de los jeroglíficos egipcios. Esta estela de granodiorita, inscrita con un decreto del año 196 a.C. emitido en Menfis, Egipto, durante la dinastía Ptolemaica, fue descubierta por el oficial francés Pierre-François Bouchard en 1799 durante la campaña de Napoleón en Egipto. En 1802, la piedra llegó al Museo Británico, donde permanece hasta hoy.
Lo que hace especial a la Piedra de Rosetta son sus inscripciones: el mismo decreto está escrito en tres escrituras: jeroglíficos egipcios, escritura demótica y griego antiguo. Esto permitió a los eruditos comparar y descifrar los textos. Un avance significativo ocurrió en 1822 cuando Jean-François Champollion logró transliterar las escrituras egipcias, lo que avanzó considerablemente nuestra comprensión de los jeroglíficos.
El decreto, emitido después de la coronación del rey Ptolomeo V, tenía como objetivo establecer su culto divino durante un tiempo de agitación política y presiones externas sobre el reino ptolemaico. Curiosamente, este decreto fue iniciado por los templos en lugar del rey, lo que destaca un cambio en la gobernanza de la época.
Desde su llegada al Museo Británico, la Piedra de Rosetta ha sido uno de los artefactos más visitados. Aunque ha habido llamados para su devolución a Egipto, sigue siendo un símbolo del entendimiento moderno de la civilización egipcia antigua. El término "Piedra de Rosetta" incluso se ha convertido en sinónimo de una clave para descifrar información compleja y ha inspirado diversas traducciones, software y proyectos científicos.