Hechos sobre: Leptophryne cruentata
El sapo sangrante, también conocido como sapo de fuego o sapo arbóreo de Indonesia, es un anfibio fascinante nativo de Java, Indonesia. Científicamente denominado Leptophryne javanica, este sapo pertenece a la familia Bufonidae. No fue hasta 2018 que los científicos se dieron cuenta de que es una especie distinta, previamente confundida con otra.
Desafortunadamente, el sapo sangrante está en peligro crítico de extinción, con una disminución drástica de su población. Las razones exactas no están completamente claras, pero un principal sospechoso es la quitridiomicosis, una enfermedad fúngica mortal que afecta a muchos anfibios.
Estos sapos son de tamaño mediano, con cuerpos de color rojo oscuro o púrpura y un llamativo marmoleado rojo a amarillo en sus espaldas y patas. Los machos generalmente miden entre 20 y 30 mm, mientras que las hembras son un poco más grandes, con un rango de 25 a 40 mm. Tienen algunas características únicas, como órganos de Bidder reducidos y un cartílago epicoracoideo pectoral parcialmente fusionado. El nombre "sapo sangrante" proviene de sus marcas rojas y las secreciones cutáneas que producen cuando están estresados.
Puedes encontrar sapos sangrantes en el oeste de Java, particularmente en el Parque Nacional del Monte Gede Pangrango y alrededor del Parque Nacional del Monte Halimun Salak. Prosperan en las áreas limítrofes entre regiones bajas húmedas y bosques montañosos, típicamente a elevaciones de 1,200 a 2,000 metros sobre el nivel del mar. Sus lugares de reproducción son arroyos vernal de movimiento lento donde se desarrollan sus larvas.
Varias amenazas ponen en riesgo al sapo sangrante. La pérdida y degradación del hábitat son problemas significativos, posiblemente agravados por eventos como la erupción del Monte Galunggung. Se sospecha que la quitridiomicosis juega un papel crucial en su declive, aunque aún no se ha confirmado en esta especie. El cambio climático representa otra amenaza, ya que el aumento de las temperaturas podría reducir sus hábitats adecuados. Las poblaciones aisladas también son más vulnerables a eventos catastróficos como las erupciones volcánicas. Además, las actividades turísticas pueden representar riesgos para algunas subpoblaciones de este sapo críticamente amenazado.