Palazzo Pantaleo, Tarento

El Palazzo Pantaleo de Taranto es un edificio del siglo XVIII propiedad del municipio. De 2000 a 2007 albergó algunas colecciones del Museo Arqueológico Nacional de Tarento en la Ciudad Vieja. Actualmente alberga el museo etnográfico Alfredo Majorano.

Fue construido en 1770 por el barón Francesco Maria Pantaleo, que construyó una amplia y suntuosa residencia aristocrática tras demoler algunas estructuras preexistentes adquiridas por el Cabildo y el Clero de Taranto. El palacio domina el Mar Grande, con la entrada principal en la rampa Pantaleo, que le da nombre.

Gracias a su posición en la Rada di Mar Grande, que conduce al puente de Porta Napoli, el barón podía vigilar sus tierras y el embarque de productos en los buques que partían. La tarea de construir el palacio en el acantilado natural fue encomendada a Francesco Saverio Miraglia por una tarifa de 3.150 ducados de plata, comprometiéndose a terminar la obra en los dos años siguientes. Se utilizó todo el material que se pudo extraer del palacio que se iba a demoler y todo el carparo que se pudo extraer del banco calcarenítico; sólo para la puerta principal y la logia de arriba se pidió explícitamente que se utilizara carparo de primera calidad, que se extraería en otro lugar y se transportaría al lugar.

El edificio tiene una disposición unificada y no tiene patio interior. La fachada principal tiene un antepecho y un gran portal, del que sobresale la barandilla redondeada de hierro forjado de la logia superior. En la planta baja aún son visibles un vestíbulo abovedado ricamente perfilado con la torre almenada y el león del escudo de armas de la familia, las caballerizas perfectamente conservadas, la cochera y una gran sala de servicio con entrada independiente por vico Civico.

En la planta intermedia se encuentran los pisos de la servidumbre y la gran cocina con sus azulejos originales de mayólica azul y blanca. Un doble tramo monumental de escaleras conduce al primer piano nobile, donde se pueden admirar las salas de recepción con techos pintados por Domenico Antonio Carella en 1773, que representan escenas de la Eneida y la Ilíada. Estas obras se pagaron con 235 ducados de plata más trigo, aceite y queso. Por último, otra escalera conduce a la segunda planta, donde hay más habitaciones con techos pintados en papel pegados a techos de madera.