Hechos sobre: Piedra del Sol
La Piedra del Sol Azteca, una pieza emblemática de la escultura mexica del periodo posclásico tardío, se exhibe con orgullo en el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México. Esta escultura monumental, que mide 358 cm de diámetro y pesa unos impresionantes 24,590 kg, es celebrada por sus intrincados diseños y detallados glifos, que reflejan la sofisticación de la cultura azteca. Tras la conquista española, la piedra fue enterrada en la plaza principal de la Ciudad de México y permaneció oculta hasta su redescubrimiento en 1790. Aunque inicialmente se creía que había sido tallada en la década de 1470, estudios recientes sugieren que en realidad fue creada entre 1502 y 1521.
Este monolito fue elaborado por los mexicas hacia el final del Periodo Posclásico Mesoamericano. Se cree que la piedra se originó en el volcán Xitle y fue transportada a México-Tenochtitlan por miles de personas. Los minuciosos grabados de la piedra simbolizan varios aspectos de la cosmogonía azteca, como los ciclos cósmicos, la guerra y la compleja relación entre dioses y humanos. En el centro del disco se encuentra una deidad, posiblemente Tonatiuh o Tlaltecuhtli, rodeada de representaciones de eras pasadas y el calendario azteca.
Con el tiempo, la interpretación de la piedra ha evolucionado. Los primeros estudiosos la vincularon con la astrología y la cronología, pero la investigación moderna continúa explorando su complejo simbolismo y significado cultural. La Piedra del Sol fue descubierta cerca del Templo Mayor en la Ciudad de México, destacando su conexión con los rituales aztecas y el uso del estado de la religión y la violencia para el control. Hoy en día, la imagen de la Piedra del Sol aparece en las monedas mexicanas y ha sido adoptada como un símbolo de la identidad mexicana moderna.
Después de la colonización española, el significado de la Piedra del Sol se distorsionó. Su exhibición junto a una institución católica generó debates sobre la apropiación cultural y la necesidad de la descolonización. Otras esculturas similares con representaciones calendáricas, como la Piedra de Tízoc y el Trono de Moctezuma, también se pueden encontrar en los museos de la Ciudad de México. Estos artefactos ilustran aún más la rica iconografía y la profundad cultural de la civilización azteca.