Hechos sobre: Naja nigricollis
La cobra escupidora de cuello negro, conocida científicamente como Naja nigricollis, es una especie de serpiente venenosa que habita principalmente en el África subsahariana. Estas serpientes tienen un tamaño moderado, generalmente midiendo entre 1.2 y 2.2 metros de longitud y presentan una variedad de colores y patrones. Principalmente cazan pequeños roedores y poseen un veneno lo suficientemente potente como para causar irritación en la piel, ampollas, inflamación e incluso ceguera permanente si entra en contacto con los ojos.
Esta especie pertenece al género Naja, en la familia Elapidae. Fue descrita por primera vez en 1843 por el zoólogo noruego Johan Reinhardt. Inicialmente, los científicos creían que existían dos subespecies de la cobra escupidora de cuello negro, pero estudios genéticos realizados en 2007 llevaron a la reclasificación de estas subespecies, quedando Naja nigricincta como una especie separada.
Estas cobras son extremadamente adaptables y pueden vivir en sabanas, semi-desiertos y regiones tropicales de África. Pueden prosperar en diversos entornos y altitudes. También se sabe que trepan árboles y pueden estar activas tanto durante el día como la noche, dependiendo de la ubicación y la temperatura. Su dieta incluye principalmente pequeños roedores, aves y otras serpientes.
En cuanto a la reproducción, Naja nigricollis es ovípara, lo que significa que las hembras ponen huevos. Cada puesta generalmente contiene entre 10 y 15 huevos. El período de incubación dura aproximadamente 90-100 días, y los huevos eclosionan tras 60-70 días. Las crías de cobra nacen completamente independientes y miden alrededor de 20-25 centímetros de longitud al nacer.
El veneno de la cobra escupidora de cuello negro es una mezcla de citotoxinas, neurotoxinas y cardiotoxinas. Esta potente combinación puede causar daño tisular, hemorragias y problemas respiratorios. Aunque la tasa de mortalidad por mordeduras no tratadas es relativamente baja (5-10%), los casos graves pueden resultar en la muerte debido a insuficiencia respiratoria.
Uno de los comportamientos más distintivos y peligrosos de estas cobras es su capacidad para escupir veneno. Esto representa un riesgo particular para los ojos, ya que el contacto con el veneno puede causar dolor severo, pérdida de visión e incluso ceguera. Curiosamente, las cobras en cautiverio tienden a ser más nerviosas y pueden escupir veneno con más frecuencia que las que están en estado salvaje.