Hechos sobre: Circus pygargus
El aguilucho cenizo es un ave rapaz migratoria fascinante que pertenece a la familia de los aguiluchos. Recibe su nombre en honor al naturalista británico George Montagu. Fue descrita oficialmente por primera vez en 1758 por Carl Linnaeus bajo el nombre de Falco pygargus. El nombre del género, Circus, proviene de la palabra griega antigua "kirkos", y el nombre de la especie, pygargus, destaca la distintiva rabadilla blanca del ave.
Los machos y las hembras presentan diferencias notables en su plumaje. Los machos tienen un plumaje gris pálido con puntas negras en las alas, mientras que las hembras presentan partes inferiores de color marrón amarillento con rayas longitudinales. Los juveniles se parecen a las hembras pero no tienen manchas. Conocidos por su vuelo elegante, los aguiluchos cenizos tienen una envergadura de 97-115 cm y una longitud corporal de 43-47 cm. Vuelan con aleteos elegantes y mantienen una posición de alas en dihedro positivo.
Estas aves habitan en zonas templadas, mediterráneas y boreales. Anidan en áreas bajas como valles fluviales, llanuras y humedales. Su dieta consiste principalmente en pequeños roedores, aves, reptiles e insectos, que cazan cerca del suelo con un vuelo ágil. Durante la temporada de reproducción, los aguiluchos cenizos son conocidos por su comportamiento social, formando a menudo colonias sueltas para protegerse mejor contra los depredadores. Los machos realizan danzas aéreas y exhibiciones acrobáticas para atraer a las hembras, quienes construyen nidos en vegetación alta.
En la región del Paleártico occidental, se estima que su población es de entre 35,000 y 50,000 parejas. A nivel mundial, los números oscilan entre 150,000 y 200,000 individuos. Los esfuerzos de conservación son vitales ya que su población está disminuyendo debido a factores como los pesticidas agrícolas, la agricultura intensiva y la pérdida de hábitat. Estas aves migran al África subsahariana o al subcontinente indio, regresando a sus áreas de reproducción en la primavera.
El aguilucho cenizo enfrenta desafíos significativos de conservación, particularmente en Europa occidental, donde alrededor del 70% de las parejas reproductoras anidan en tierras agrícolas. Esto los hace vulnerables a disturbios como la cosecha temprana. Las ONG y los propietarios de tierras están trabajando juntos para proteger estos nidos, ya sea reubicándolos o creando áreas protegidas. A pesar de estos esfuerzos, el aguilucho cenizo sigue enfrentando amenazas debido a la pérdida de hábitat y las actividades humanas. La conservación sigue siendo crucial para asegurar la supervivencia de esta notable ave.