Hechos sobre: Tapirus pinchaque
El tapir de montaña, también conocido como tapir andino o tapir lanudo, es la más pequeña de las cuatro especies de tapires reconocidas y se distingue por habitar fuera de las selvas tropicales. Esta criatura singular se identifica fácilmente por su pelaje grueso y lanudo, así como por sus característicos labios blancos. Los tapires de montaña adultos suelen medir aproximadamente 1.8 metros de longitud y pesar entre 136 y 250 kilogramos, siendo las hembras generalmente más pesadas que los machos. Presentan hocicos largos y flexibles, colas cortas y características específicas en sus pies.
En lo que respecta a la reproducción, las hembras de tapir de montaña tienen un ciclo estral de 30 días y se reproducen una vez cada dos años. El período de gestación dura alrededor de 392-393 días, resultando en el nacimiento de una sola cría. Estos tapires nacen con un pelaje marrón adornado con manchas y rayas blanco amarillentas. Como herbívoros, los tapires de montaña juegan un papel vital en la dispersión de semillas dentro de sus ecosistemas.
Los tapires de montaña son conocidos por su naturaleza tímida y solitaria. Se comunican a través de silbidos y marcan sus territorios para establecer límites. Estos animales son crepusculares, lo que significa que son más activos durante el amanecer y el atardecer. Buscan alimento a lo largo de senderos frecuentados por otros tapires. Su hábitat natural incluye los bosques nubosos y las regiones de páramo de los Andes en Colombia, Ecuador y Perú, típicamente a elevaciones entre 2,000 y 4,300 metros.
Desafortunadamente, el tapir de montaña está actualmente catalogado como en peligro de extinción, principalmente debido a la pérdida de hábitat, la caza y la caza furtiva. Los esfuerzos de conservación son cruciales y se centran en proteger sus hábitats restantes y mantener programas de reproducción en cautiverio. Con una población silvestre estimada en solo alrededor de 2,500 individuos, el tapir de montaña es la especie de tapir más amenazada.
La investigación genética indica que los tapires de montaña se separaron de su pariente más cercano, el tapir brasileño, hace unos tres millones de años. A pesar de ser la especie de tapir menos especializada, han permanecido relativamente sin cambios desde el Mioceno temprano. Los conservacionistas están particularmente preocupados por la fragmentación del hábitat y la posible pérdida de diversidad genética en las poblaciones restantes.