Hechos sobre: Gallus lafayettii
El gallo salvaje de Sri Lanka, también conocido como gallo salvaje de Ceilán, es un ave única endémica de Sri Lanka y ostenta con orgullo el título de ave nacional del país. Esta especie pertenece al orden Galliformes y está estrechamente relacionada con el gallo salvaje rojo, el ancestro de los pollos domésticos. Curiosamente, estudios genéticos recientes han revelado que el gallo salvaje de Sri Lanka está más estrechamente relacionado con el gallo salvaje gris que con el gallo salvaje rojo.
Los machos y las hembras del gallo salvaje de Sri Lanka presentan claras diferencias en su apariencia. Los machos son más grandes y exhiben un plumaje vibrante, junto con una cresta y barbillas prominentes. Las hembras, en cambio, son más pequeñas y tienen plumas de tonalidades marrones apagadas que les proporcionan camuflaje en su entorno. Estas aves pasan la mayor parte de su tiempo en el suelo, buscando semillas, frutas e insectos para alimentarse. En cuanto a la anidación, las hembras ponen sus huevos en nidos que los machos ayudan a proteger.
Un aspecto fascinante de la estrategia reproductiva del gallo salvaje de Sri Lanka es la poliandria facultativa. Esto significa que una sola hembra se aparea con varios machos dentro de un grupo, similar a una comunidad. Los huevos tienen un período de incubación relativamente corto, y una vez que nacen, los polluelos requieren una dieta de alimentos vivos para desarrollarse adecuadamente. En cautiverio, estas aves pueden ser susceptibles a enfermedades comunes de las aves de corral causadas por bacterias.
El gallo salvaje de Sri Lanka puede encontrarse en bosques y matorrales, con poblaciones significativas en lugares como Kitulgala, Yala y Sinharaja. A pesar de su importancia y características distintivas, rara vez se cría en cautiverio debido a sus necesidades dietéticas específicas. Un dato interesante de la historia incluye la refutación de Charles Darwin de un mutante sin cola del gallo salvaje de Sri Lanka, que había sido descrito por Coenraad Jacob Temminck en 1807.