Hechos sobre: Autómatas de Jaquet-Droz
Los autómatas de Jaquet-Droz son un fascinante trío de muñecas mecánicas creadas entre 1768 y 1774 por el talentoso Pierre Jaquet-Droz, su hijo Henri-Louis Jaquet-Droz y su colega Jean-Frédéric Leschot. Estas notables creaciones, conocidas como "La Músico" "El Dibujante" y "El Escritor" fueron diseñadas tanto para servir como anuncios publicitarios como piezas de entretenimiento, con el objetivo de cautivar a la nobleza europea y aumentar las ventas de los relojes Jaquet-Droz. Hoy en día, estos autómatas aún están en funcionamiento y se exhiben con orgullo en el Musée d'Art et d'Histoire de Neuchâtel, Suiza. A menudo se consideran precursores tempranos de las computadoras modernas debido a sus complejos mecanismos.
Echemos un vistazo más de cerca a cada una de estas increíbles muñecas:
1. La Músico: Este autómata representa a una organista femenina que toca un instrumento hecho a medida. Lo que la hace tan fascinante son sus movimientos realistas: presiona las teclas con los dedos, parece respirar y sigue sus dedos con la cabeza y los ojos.
2. El Dibujante: Modelado después de un niño pequeño, este autómata puede dibujar cuatro imágenes diferentes utilizando un sofisticado sistema de levas que codifican los movimientos de la mano en dos dimensiones. Los dibujos incluyen un retrato de Luis XV, una pareja real, un perro con las palabras "Mon toutou" al lado y una escena de Cupido conduciendo un carro tirado por una mariposa. Para añadir realismo, el dibujante se mueve en su silla y sopla sobre el lápiz de vez en cuando.
3. El Escritor: El más complejo del trío, este autómata puede escribir texto personalizado de hasta 40 letras. Utiliza un sistema similar al del dibujante, donde el texto se selecciona letra por letra de una rueda codificada. El escritor usa una pluma de ganso para escribir, sumergiéndola periódicamente en tinta y sacudiendo su muñeca para evitar derrames. Sus ojos siguen el texto y su cabeza se mueve al tomar tinta, añadiendo un toque de realismo al proceso.
En 1906, la Sociedad de Historia y Arqueología de Neuchâtel adquirió estos autómatas por 75,000 francos de oro y generosamente los donó al museo. Los autómatas de Jaquet-Droz son un testimonio de la intrincada artesanía e ingenio mecánico de sus creadores. Representan un logro histórico y tecnológico significativo en el mundo de los autómatas, capturando la atención de las audiencias con su precisión y movimientos realistas incluso siglos después.