Hechos sobre: Gadus morhua
El bacalao del Atlántico, conocido científicamente como Gadus morhua, es una especie de pez demersal perteneciente a la familia Gadidae. Es una opción popular entre los amantes de los mariscos y se comercializa ampliamente como bacalao. Esta especie habita en el Atlántico occidental, desde Carolina del Norte hasta Groenlandia, y en el Atlántico oriental, desde el Golfo de Vizcaya hasta el Océano Ártico, incluyendo áreas alrededor de Islandia y el Mar de Barents.
El bacalao del Atlántico puede alcanzar una longitud de hasta 1.5 metros (alrededor de 5 pies) y un peso de hasta 47 kilogramos (aproximadamente 104 libras). En promedio, mide entre 61 centímetros y 1.2 metros (aproximadamente 2 a 4 pies) y puede pesar hasta 40 kilogramos (alrededor de 88 libras). Estos peces alcanzan la madurez sexual entre los dos y ocho años, y pueden vivir hasta 25 años. Desafortunadamente, han sido sometidos a una pesca intensiva, y en la década de 1990, algunas poblaciones colapsaron debido a la sobreexplotación, causando efectos en cadena en muchos ecosistemas.
El bacalao se agrupa en grandes cardúmenes para desovar desde finales del invierno hasta la primavera. Las hembras liberan huevos que se desplazan con las corrientes oceánicas y se desarrollan en larvas. A estos peces les gusta nadar en cardúmenes, con los ejemplares más grandes liderando las migraciones. Como depredadores ápice, se alimentan de una variedad de peces e invertebrados. Curiosamente, el bacalao puede ser caníbal, especialmente en su juventud, y modifica su comportamiento en función de la presencia de depredadores.
Estos peces ajustan sus hábitos de natación y alimentación según los cambios de temperatura. Su dieta es bastante variada, incluyendo peces, moluscos, crustáceos, y gusanos marinos. El bacalao también puede albergar varios tipos de parásitos. Gestionar las poblaciones de bacalao es crucial, ya que diferentes stocks en el Atlántico Noroeste y Noreste enfrentan varios niveles de sobreexplotación y problemas de conservación.
El colapso de las pesquerías de bacalao en la década de 1990 debido a la sobrepesca tuvo consecuencias económicas y ecológicas significativas. Recuperar estas poblaciones ha sido difícil debido a las complejas interacciones dentro de los ecosistemas marinos. Para asegurar la sostenibilidad a largo plazo del bacalao, se requieren estrategias de conservación basadas en la ciencia.