Hechos sobre: Eutamias sibiricus
La ardilla siberiana, también conocida como ardilla común, proviene del norte de Asia, abarcando áreas de Rusia, China, Corea y Japón. Introducida en Europa en la década de 1960 como mascota, es la única especie de ardilla que se encuentra fuera de América del Norte. Estas pequeñas criaturas, distintivamente marcadas, suelen vivir entre 2 y 5 años en la naturaleza y pueden alcanzar entre 6 y 10 años en cautiverio.
La introducción de las ardillas siberianas en Europa se originó en Corea del Sur en la década de 1960, lo que resultó en poblaciones establecidas en países como Bélgica, Francia, Alemania e Italia. Se adaptan bien a diversos hábitats, desde bosques hasta entornos urbanos, y marcan sus territorios usando orina y glándulas orales. Estas ardillas viven en colonias sueltas y se comunican mediante diversas vocalizaciones.
Durante el invierno, las ardillas siberianas hibernan en madrigueras compartidas, almacenando alimentos para sustentarse bajo tierra. Son omnívoras, consumiendo semillas, frutas, insectos y pequeños animales. De manera crucial, ayudan a los ecosistemas dispersando semillas y esporas de hongos, lo que contribuye a la regeneración de los bosques y promueve la diversidad de especies.
Sin embargo, su presencia en entornos no nativos puede causar problemas. Pueden dañar cultivos y jardines, competir con especies nativas y propagar enfermedades como la enfermedad de Lyme. El riesgo de transmisión de enfermedades representa una amenaza tanto para la salud humana como animal, por lo que su control y manejo son una prioridad para los conservacionistas.