Hechos sobre: Torrija
El pan francés es un plato muy apreciado que muchos disfrutan tanto en el desayuno como en forma de un postre. Se prepara sumergiendo rebanadas de pan en una mezcla de huevo y leche, para luego freírlas hasta que adquieran un tono dorado. Quizás lo conozcas bajo diferentes nombres como "pan de huevo" "tostada de Bombay" "tostada alemana" "tostada gitana" o "caballeros pobres."
Lo que hace al pan francés tan versátil es la variedad de formas en que se puede servir. Para una versión dulce, se puede añadir azúcar, vainilla o canela a la mezcla de huevo. Una vez cocinado, se puede cubrir con azúcar glas, mantequilla, frutas o jarabe. Si prefieres una opción salada, simplemente sazónalo con sal y pimienta y acompáñalo con condimentos como kétchup o mayonesa.
Los orígenes del pan francés se remontan a tiempos antiguos, con menciones en recetas latinas de tan temprano como el siglo IV o V. Diferentes culturas tienen su propia versión de este clásico plato. En Francia, se le conoce como "pain perdu"; en Alemania, como "Arme Ritter", y en Hungría, como "bundáskenyér."
El método básico es el mismo en todas partes: remojar el pan en una mezcla de huevo y leche, a veces con adiciones de azúcar, canela o nuez moscada, y luego freírlo hasta obtener un dorado perfecto.
A lo largo del mundo, se encuentran versiones únicas del pan francés. En países como Portugal, Brasil, Argelia, India, Alemania, Noruega, Dinamarca, España, Hong Kong, Estados Unidos, Rumanía, Polonia, Grecia y el Reino Unido, cada nación añade su toque especial con diferentes ingredientes y maneras de servirlo.
El pan francés ha resistido verdaderamente la prueba del tiempo, evolucionando a lo largo de los siglos y adaptándose a diversas culturas para seguir siendo un plato favorito para muchos. Ya sea que prefieras la versión dulce o la salada, hay una variante para todos los gustos.