Hechos sobre: Neomonachus schauinslandi
La foca monje hawaiana, una foca sin orejas nativa de las Islas Hawaianas, es una especie en peligro de extinción con una existencia fascinante pero precaria. Comparte su linaje con solo otra especie de foca monje, la foca monje del Mediterráneo, mientras que la foca monje del Caribe ya se ha extinguido. La foca monje hawaiana enfrenta numerosas amenazas, incluidas actividades humanas, baja diversidad genética, enredos en equipos de pesca, desechos marinos, enfermedades y caza histórica. Para combatir estos desafíos, los conservacionistas emplean estrategias como la reubicación de focas, el cuidado en cautiverio, la limpieza de hábitats y la educación del público.
Nombrada Neomonachus schauinslandi en honor a Hugo Schauinsland, un científico alemán que descubrió un cráneo de foca en la Isla Laysan en 1899, estas focas son llamadas ʻIlio-holo-i-ka-uaua por los hawaianos nativos, lo que significa "perro que corre en aguas turbulentas". Lucen pelajes grises, vientres blancos y cuerpos aerodinámicos, lo que les ayuda a cazar peces, langostas, pulpos y calamares en lechos de coral profundo.
Pertenecientes a la familia Phocidae, las focas monje hawaianas tienen algunas características distintivas: carecen de orejas externas, sus aletas traseras no se giran bajo sus cuerpos y tienen cabezas relativamente pequeñas y planas con grandes ojos negros. Estas focas también tienen ocho pares de dientes y hocicos cortos con fosas nasales en la parte superior. Los adultos pueden pesar entre 300 y 600 libras y crecer hasta 8 pies de largo. Muda anualmente, perdiendo pelo y piel viejos.
Hace millones de años, estas focas migraron a Hawái a través del Paso Centroamericano. Pasan la mayor parte de su tiempo en el mar, buceando profundamente para buscar peces, cefalópodos y crustáceos. Sin embargo, depredadores como los tiburones tigre representan peligros significativos para ellas.
Las focas monje hawaianas se reproducen de junio a agosto, con las hembras dando a luz a una cría cada año. Las crías son amamantadas durante aproximadamente seis semanas antes de que sus madres las dejen. La especie enfrenta numerosas amenazas, incluida la baja variabilidad genética, el enredo en desechos marinos y la reducción de presas debido a cambios ambientales.
Los esfuerzos de conservación son robustos y variados. Se han designado áreas protegidas, se ha prohibido la pesca de langostas y se han establecido áreas marinas protegidas, como el Monumento Nacional Marino de Papahānaumokuākea. Las iniciativas clave incluyen divulgación pública, educación y programas comunitarios. Programas como el de "headstarting" y la reubicación tienen como objetivo aumentar las tasas de supervivencia de las hembras y abordar factores que limitan el crecimiento de la población.
A pesar de estos esfuerzos, la foca monje hawaiana sigue en peligro, con una población estimada de alrededor de 1,400 individuos. La especie continúa enfrentando desafíos significativos tanto de amenazas naturales como inducidas por humanos, lo que subraya la necesidad de esfuerzos continuos de conservación para asegurar su supervivencia.