Hechos sobre: Carcharodon carcharias
El gran tiburón blanco, conocido científicamente como Carcharodon carcharias y también llamado jaquetón blanco, es un depredador fascinante y formidable que habita en aguas costeras de todo el mundo. Conocidos por su impresionante tamaño, las hembras de esta especie pueden alcanzar longitudes de hasta 6.1 metros (20 pies) y pesar más de 2,000 kg (4,400 libras). Estas majestuosas criaturas pueden vivir alrededor de 70 años.
A pesar de su temible reputación, los grandes tiburones blancos enfrentan importantes desafíos ecológicos y se consideran vulnerables. Están protegidos bajo acuerdos internacionales y por países como Australia, lo que ayuda a garantizar su supervivencia.
Clasificado por primera vez por Carl Linnaeus en 1758, el nombre científico del gran tiburón blanco es Carcharodon carcharias. Su historia evolutiva es compleja y a menudo debatida, especialmente en relación con su parentesco con el prehistórico C. megalodon. En el océano, tienen pocos depredadores naturales, siendo las orcas la excepción notable. Como depredadores ápice, los grandes blancos juegan un papel crucial en el mantenimiento del equilibrio de los ecosistemas marinos.
Los grandes tiburones blancos tienen una dieta diversa que incluye mamíferos marinos, peces, aves marinas e incluso otros tiburones. Aunque son responsables del mayor número de mordeduras de tiburón documentadas en humanos, no cazan activamente a las personas. Uno de sus comportamientos de caza más dramáticos es el salto fuera del agua para atrapar focas.
Los esfuerzos de conservación son críticos para los grandes tiburones blancos debido a la disminución de sus poblaciones. Están catalogados como vulnerables y varias regulaciones buscan protegerlos. Sin embargo, aún enfrentan amenazas de capturas accidentales y programas de eliminación selectiva. Curiosamente, el turismo de tiburones se ha convertido en una industria valiosa, destacando que los tiburones vivos pueden ser más beneficiosos económicamente que los muertos.
Mantener grandes tiburones blancos en cautiverio ha demostrado ser un desafío, con pocos acuarios logrando albergarlos por largos períodos. No obstante, estos esfuerzos contribuyen a la investigación y la educación, ofreciendo información sobre su comportamiento y necesidades.